sábado, 6 de noviembre de 2010

Sermón y Lecturas del Domingo 7 de Noviembre de 2010


LECTURAS

2 Tesalonicenses 2: 1-5, 13-17

[1] Pero hablemos, hermanos, de esa venida de Cristo Jesús, nuestro Señor, y de nuestra reunión con él. Les rogamos [2] que no se dejen perturbar tan fácilmente. No se asusten por manifestaciones del Espíritu, o por rumores, o por alguna carta que pasa por nuestra, que dicen que el día del Señor es inminente. [3] No se dejen engañar de ninguna manera. Primero tiene que producirse la apostasía y aparecer el adversario de la religión, el instrumento de la perdición, [4] el rebelde que se pone por encima de todo lo que es considerado divino y sagrado, que incluso pondrá su trono en el templo de Dios para mostrar que él es Dios. [5] ¿No recuerdan que se lo decía cuando estaba con ustedes [13] Pero nosotros tenemos que dar gracias en todo momento por ustedes, hermanos amados por el Señor, pues ustedes son la parte de Dios, y fueron elegidos para que se salvaran mediante la fe verdadera y fueran santificados por el Espíritu. [14] Con este fin los llamó mediante el Evangelio que predicamos, y los destinó a compartir la gloria de Cristo Jesús, nuestro Señor.
[15] Por lo tanto, hermanos, manténganse firmes y guarden fielmente las tradiciones que les enseñamos de palabra o por
carta. [16] Que los anime el propio Cristo Jesús, nuestro Señor, y Dios, nuestro Padre, que nos ha amado dándonos en su misericordia un consuelo eterno y una esperanza feliz. [17] El les dará el consuelo interior y los hará progresar en todo bien de palabra o de obra.

Job 19: 23-27ª

23] ¡Ojalá que mis palabras se escribieran y se grabaran en el bronce, [24] y con un punzón de hierro o estilete para siempre en la piedra se esculpieran! [25] Bien sé yo que mi Defensor vive y que él hablará el último, de pie sobre la tierra. [26] Yo me pondré de pie dentro de mi piel y en mi propia carne veré a Dios. [27] Yo lo contemplaré, yo mismo.

Lucas 20: 27-38

27] Se acercaron a Jesús algunos saduceos. Esta gente niega que haya resurrección, y por eso le plantearon esta cuestión: [28] «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si un hombre tiene esposa y muere sin dejar hijos, el hermano del difunto debe tomar a la viuda para darle un hijo, que tomará la sucesión del difunto. [29] Había, pues, siete hermanos. Se casó el primero y murió sin tener hijos. [30] El segundo y el tercero se casaron después con la viuda. [31] Y así los siete, pues todos murieron sin dejar hijos. [32] Finalmente murió también la mujer. [33] Si hay resurrección, ¿de cuál de ellos será esposa esta mujer, puesto que los siete la tuvieron?» [34] Jesús les respondió: «Los de este mundo se casan, hombres y mujeres, [35] pero los que sean juzgados dignos de entrar en el otro mundo y de resucitar de entre los muertos, ya no toman marido ni esposa. [36] Además ya no pueden morir, sino que son como ángeles. Son también hijos de Dios, por haber nacido de la resurrección. [37] En cuanto a saber si los muertos resucitan, el mismo Moisés lo dio a entender en el pasaje de la zarza, cuando llama al Señor: Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob. [38] El no es Dios de muertos, sino de vivos, y todos viven por él.»

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