domingo, 24 de abril de 2011

Sermón y Lecturas del Domingo 24 de Abril de 2011



LECTURAS

Hechos 10: 34-43

[34] Entonces Pedro tomó la palabra y dijo: «Verdaderamente reconozco que Dios no hace diferencia entre las personas. [35] En toda nación mira con benevolencia al que teme a Dios y practica la justicia. [36] Ahora bien, Dios ha enviado su Palabra a los israelitas, dándoles un mensaje de paz por medio de Jesús, el Mesías, que también es el Señor de todos. [37] Ustedes ya saben lo que ha sucedido en todo el país judío, comenzando por Galilea, después del bautismo que predicó Juan. [38] Jesús de Nazaret fue consagrado por Dios, que le dio Espíritu Santo y poder. Y como Dios estaba con él, pasó haciendo el bien y sanando a los oprimidos por el diablo. [39] Nosotros somos testigos de todo lo que hizo en el país de los judíos y en la misma Jerusalén. Al final lo mataron colgándolo de un madero. [40] Pero Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se dejara ver, [41] no por todo el pueblo, sino por los testigos que Dios había escogido de antemano, por nosotros, que comimos y bebimos con él después de que resucitó de entre los muertos. [42] El nos ordenó predicar al pueblo y dar testimonio de que Dios lo ha constituido Juez de vivos y muertos. [43] A El se refieren todos los profetas al decir que quien cree en él recibe por su Nombre el perdón de los pecados.»

Jeremías 31: 1-6

ISRAEL VOLVERÁ A SU PATRIA [1] Entonces, dice Yavé, yo seré el Dios de todas las familias de Israel, y ellos serán mi pueblo. [2] Esto dice Yavé: El pueblo que se salvó de la espada enfrenta la calor del desierto, Israel se está dirigiendo al lugar de su reposo. [3] De lejos Yavé se le apareció: «Con amor eterno te he amado, por eso prolongaré mi cariño hacia ti. [4] Volveré a edificarte y serás reedificada, virgen de Israel. [5] De nuevo lucirás tu belleza bailando, alegremente, con tus panderetas. De nuevo plantarás viñas en los cerros de Samaria, como antes las plantaban los viñadores y las cosechaban. [6] Vendrá un día en que los centinelas gritarán desde los cerros de Efraím: «"¡Levántense, subamos a Sión, adonde está Yavé nuestro Dios!"

Juan 20: 1- 18

EL SEÑOR HA RESUCITADO [1] El primer día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio que la piedra que cerraba la entrada del sepulcro había sido removida. [2] Fue corriendo en busca de Simón Pedro y del otro discípulo a quien Jesús amaba y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» [3] Pedro y el otro discípulo salieron para el sepulcro. [4] Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. [5] Como se inclinara, vio los lienzos tumbados, pero no entró. [6] Pedro llegó detrás, entró en el sepulcro y vio también los lienzos tumbados. [7] El sudario con que le habían cubierto la cabeza no se había caído como los lienzos, sino que se mantenía enrollado en su lugar. [8] Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero, vio y creyó. [9] Pues no habían entendido todavía la Escritura: ¡él "debía" resucitar de entre los muertos! [10] Después los dos discípulos se volvieron a casa. [11] María se quedaba llorando fuera, junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó para mirar dentro [12] y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies. [13] Le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto.» [14] Dicho esto, se dio vuelta y vio a Jesús allí, de pie, pero no sabía que era Jesús. [15] Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella creyó que era el cuidador del huerto y le contestó: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré.» [16] Jesús le dijo: «María». Ella se dio la vuelta y le dijo: «Rabboní», que quiere decir «Maestro». [17] Jesús le dijo: «Suéltame, pues aún no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes.» [18] María Magdalena se fue y dijo a los discípulos: «He visto al Señor y me ha dicho esto.»

jueves, 21 de abril de 2011

Semana Santa 2011

Los esperamos en la Congregación El Redentor, Simbrón 3182 (y Cuenca) para celebrar:

Jueves Santo (21 de abril de 2011) 20 hs. Culto
Viernes Santo (22 de abril de 2011) 20 hs. Culto
Domingo de Pascuas (24 de abril de 2011) 9:30 Desayuno Pascual, 10 hs. Culto

domingo, 17 de abril de 2011

Sermón y Lecturas del Domingo 17 de Abril de 2011



LECTURAS

Filipenses 2: 5- 11

[5] Tengan unos con otros las mismas disposiciones que estuvieron en Cristo Jesús: [6] El, siendo de condición divina, no se apegó a su igualdad con Dios, sino que se redujo a nada, [7] tomando la condición de servidor, y se hizo semejante a los hombres. Y encontrándose en la condición humana, [8] se rebajó a sí mismo haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte en una cruz. [9] Por eso Dios lo engrandeció y le dio el Nombre que está sobre todo nombre, [10] para que al Nombre de Jesús se doble toda rodilla en los cielos, en la tierra y entre los muertos,

Isaías 50:4-9ª

[4] El Señor Yavé me ha concedido el poder hablar como su discípulo. Y ha puesto en mi boca las palabras para fortalecer al que está aburrido. A la mañana él despierta mi mente y lo escucho como lo hacen los discípulos. [5] El Señor Yavé me ha abierto los oídos y yo no me resistí ni me eché atrás. [6] He ofrecido mi espalda a los que me golpeaban, mis mejillas a quienes me tiraban la barba, y no oculté mi rostro ante las injurias y los escupos. [7] El Señor Yavé está de mi parte, y por eso no me molestan las ofensas; por eso puse mi cara dura como piedra. y yo sé que no quedaré frustrado, [8] Aquí viene mi juez, ¿quieren meterme pleito? Presentémonos juntos, y si hay algún demandante, ¡que se acerque! [9] Si el Señor Yavé está de mi parte, ¿quién podrá condenarme? Todos se harán tiras como un vestido gastado, y la polilla se los comerá.

Mateo : 26: 14-27:66

[14] Entonces uno de los Doce, que se llamaba Judas Iscariote, se presentó a los jefes de los sacerdotes [15] y les dijo: «¿Cuánto me darán si se lo entrego?» Ellos prometieron darle treinta monedas de plata. [16] Y a partir de ese momento, Judas andaba buscando una oportunidad para entregárselo.

LA ULTIMA CENA (MC 14,12; LC 22,7; JN 13,1) [17] El primer día de la Fiesta en que se comía el pan sin levadura, los discípulos se acercaron a Jesús y le dijeron: «¿Dónde quieres que preparemos la comida de la Pascua?» [18] Jesús contestó: «Vayan a la ciudad, a casa de tal hombre, y díganle: El Maestro te manda decir: Mi hora se acerca y quiero celebrar la Pascua con mis discípulos en tu casa.» [19] Los discípulos hicieron tal como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua. [20] Llegada la tarde, Jesús se sentó a la mesa con los Doce. [21] Y mientras comían, les dijo: «En verdad les digo: uno de ustedes me va a traicionar.» [22] Se sintieron profundamente afligidos, y uno a uno comenzaron a preguntarle: «¿Seré yo, Señor?» [23] El contestó: «El que me va a entregar es uno de los que mojan su pan conmigo en el plato. [24] El Hijo del Hombre se va, como dicen las Escrituras, pero ¡pobre de aquel que entrega al Hijo del Hombre! ¡Sería mejor para él no haber nacido!» [25] Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó también: «¿Seré yo acaso, Maestro?» Jesús respondió: «Tú lo has dicho.» [26] Mientras comían, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo: «Tomen y coman; esto es mi cuerpo.» [27] Después tomó una copa, dio gracias y se la pasó diciendo: «Beban todos de ella: [28] esto es mi sangre, la sangre de la Alianza, que es derramada por una muchedumbre, para el perdón de sus pecados. [29] Y les digo que desde ahora no volveré a beber del zumo de cepas, hasta el día en que lo beba nuevo con ustedes en el Reino de mi Padre.» [30] Después de cantar los salmos, partieron para el monte de los Olivos. [31] Entonces Jesús les dijo: «Todos ustedes caerán esta noche: ya no sabrán qué pensar de mí. Pues dice la Escritura: Heriré al Pastor y se dispersarán las ovejas. [32] Pero después de mi resurrección iré delante de ustedes a Galilea.» [33] Pedro empezó a decirle: «Aunque todos tropiecen, yo nunca dudaré de ti.» [34] Jesús le replicó: «Yo te aseguro que esta misma noche, antes de que cante el gallo, me habrás negado tres veces.» [35] Pedro insistió: «Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré». Y los demás discípulos le aseguraban lo mismo.

EN EL HUERTO DE GETSEMANÍ (MC 14,26; LC 22,39) [36] Llegó Jesús con ellos a un lugar llamado Getsemaní y dijo a sus discípulos: «Siéntense aquí, mientras yo voy más allá a orar.» [37] Tomó consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y comenzó a sentir tristeza y angustia. [38] Y les dijo: «Siento una tristeza de muerte. Quédense aquí conmigo y permanezcan despiertos.» [39] Fue un poco más adelante y, postrándose hasta tocar la tierra con su cara, oró así: «Padre, si es posible, que esta copa se aleje de mí. Pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú.» [40] Volvió donde sus discípulos, y los halló dormidos; y dijo a Pedro: «¿De modo que no pudieron permanecer despiertos ni una hora conmigo? [41] Estén despiertos y recen para que no caigan en la tentación. El espíritu es animoso, pero la carne es débil.» [42] De nuevo se apartó por segunda vez a orar: «Padre, si esta copa no puede ser apartada de mí sin que yo la beba, que se haga tu voluntad.» [43] Volvió otra vez donde los discípulos y los encontró dormidos, pues se les cerraban los ojos de sueño. [44] Los dejó, pues, y fue de nuevo a orar por tercera vez repitiendo las mismas palabras. [45] Entonces volvió donde los discípulos y les dijo: «¡Ahora pueden dormir y descansar! Ha llegado la hora y el Hijo del Hombre es entregado en manos de pecadores. [46] ¡Levántense, vamos! El traidor ya está por llegar.»

TOMAN PRESO A JESÚS [47] Estaba todavía hablando, cuando llegó Judas, uno de los Doce. Iba acompañado de una chusma armada con espadas y garrotes, enviada por los jefes de los sacerdotes y por las autoridades judías. [48] El traidor les había dado esta señal: «Al que yo dé un beso, ése es; arréstenlo.» [49] Se fue directamente donde Jesús y le dijo: «Buenas noches, Maestro.» Y le dio un beso. [50] Jesús le dijo: «Amigo, haz lo que vienes a hacer.» Entonces se acercaron a Jesús y lo arrestaron. [51] Uno de los que estaban con Jesús sacó la espada e hirió al sirviente del sumo sacerdote, cortándole una oreja. [52] Entonces Jesús le dijo: «Vuelve la espada a su sitio, pues quien usa la espada, perecerá por la espada. [53] ¿No sabes que podría invocar a mi Padre y él, al momento, me mandaría más de doce ejércitos de ángeles? [54] Pero así había de suceder, y tienen que cumplirse las Escrituras.» [55] En ese momento, Jesús dijo a la gente: «A lo mejor buscan un ladrón y por eso salieron a detenerme con espadas y palos. Yo sin embargo me sentaba diariamente entre ustedes en el Templo para enseñar, y no me detuvieron. [56] Pero todo ha pasado para que así se cumpliera lo escrito en los Profetas.» Entonces todos los discípulos abandonaron a Jesús y huyeron.

JESÚS COMPARECE ANTE EL CONSEJO JUDÍO (MC 14,53; LC 22,54) [57] Los que tomaron preso a Jesús lo llevaron a casa del sumo sacerdote Caifás, donde se habían reunido los maestros de la Ley y las autoridades judías. [58] Pedro lo iba siguiendo de lejos, hasta llegar al palacio del sumo sacerdote. Entró en el patio y se sentó con los policías del Templo, para ver en qué terminaba todo. [59] Los jefes de los sacerdotes y el Consejo Supremo andaban buscando alguna declaración falsa contra Jesús, para poderlo condenar a muerte. [60] Pero pasaban los falsos testigos y no se encontraba nada. Al fin llegaron dos [61] que declararon: «Este hombre dijo: Yo soy capaz de destruir el Templo de Dios y de reconstruirlo en tres días.» [62] Entonces el sumo sacerdote se puso de pie y preguntó a Jesús: «¿No tienes nada que responder? ¿Qué es esto que declaran en contra tuya?» [63] Pero Jesús se quedó callado. Entonces el sumo sacerdote le dijo: «En el nombre del Dios vivo te ordeno que nos contestes: ¿Eres tú el Mesías, el Hijo de Dios?» [64] Jesús le respondió: «Así es, tal como tú lo has dicho. Y yo les digo más: a partir de ahora ustedes contemplarán al Hijo del Hombre sentado a la derecha del Dios Todopoderoso, y lo verán venir sobre las nubes del cielo.» [65] Entonces el sumo sacerdote se rasgó las ropas, diciendo: «¡Ha blasfemado! ¿Para qué necesitamos más testigos? Ustedes mismos acaban de oír estas palabras blasfemas. [66] ¿Qué deciden ustedes?» Ellos contestaron: «¡Merece la muerte!» [67] Luego comenzaron a escupirle en la cara y a darle bofetadas, mientras otros lo golpeaban [68] diciéndole: «Mesías, ¡adivina quién te pegó!»

LAS NEGACIONES DE PEDRO (MC 14,66; LC 22,56) [69] Mientras Pedro estaba sentado fuera, en el patio, se le acercó una sirvienta de la casa y le dijo: «Tú también estabas con Jesús de Galilea.» [70] Pero él lo negó delante de todos, diciendo: «No sé de qué estás hablando.» [71] Y como Pedro se dirigiera hacia la salida, lo vio otra sirvienta, que dijo a los presentes: «Este hombre andaba con Jesús de Nazaret.» [72] Pedro lo negó por segunda vez, jurando: «Yo no conozco a ese hombre.» [73] Un poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: «Sin duda que eres uno de los galileos: se nota por tu modo de hablar.» [74] Entonces Pedro empezó a proferir maldiciones y a afirmar con juramento que no conocía a aquel hombre. Y en aquel mismo momento cantó un gallo. [75] Entonces Pedro se acordó de las palabras que Jesús le había dicho: «Antes de que cante el gallo me negarás tres veces». Y saliendo fuera, lloró amargamente.

Mt. 27, 1 - 66
[1] Al amanecer, todos los jefes de los sacerdotes y las autoridades judías celebraron una reunión para decidir la manera de hacer morir a Jesús. [2] Luego lo ataron y lo llevaron para entregárselo a Pilato, el gobernador.

LA MUERTE DE JUDAS [3] Cuando Judas, el traidor, supo que Jesús había sido condenado, se llenó de remordimientos y devolvió las treinta monedas de plata a los jefes de los sacerdotes y a los jefes judíos. [4] Les dijo: «He pecado: he entregado a la muerte a un inocente.» Ellos le contestaron: «¿Qué nos importa eso a nosotros? Es asunto tuyo.» [5] Entonces él, arrojando las monedas en el Templo, se marchó y fue a ahorcarse. [6] Los jefes de los sacerdotes recogieron las monedas, pero dijeron: «No se puede echar este dinero en el tesoro del Templo, porque es precio de sangre.» [7] Entonces se pusieron de acuerdo para comprar con aquel dinero el Campo del Alfarero y lo destinaron para cementerio de extranjeros. [8] Por eso ese lugar es llamado Campo de Sangre hasta el día de hoy. [9] Así se cumplió lo que había dicho el profeta Jeremías: Tomaron las treinta monedas de plata, que fue el precio en que lo tasaron los hijos de Israel, [10] y las dieron por el Campo del Alfarero, tal como el Señor me lo ordenó.

JESÚS COMPARECE ANTE PILATO (MC 15,1; LC 23,2; JN 18,29) [11] Jesús compareció ante el gobernador, y éste comenzó a interrogarlo. Le preguntó: «¿Eres tú el rey de los judíos?» Jesús contestó: «Tú eres el que lo dice.» [12] Los jefes de los sacerdotes y las autoridades judías lo acusaban, pero Jesús no contestó nada. [13] Pilato le dijo: «¿No oyes todos los cargos que presentan contra ti?» [14] Pero Jesús no dijo ni una palabra, de modo que el gobernador se sorprendió mucho. [15] Con ocasión de la Pascua, el gobernador tenía la costumbre de dejar en libertad a un condenado, a elección de la gente. [16] De hecho el pueblo tenía entonces un detenido famoso, llamado Barrabás. [17] Cuando se juntó toda la gente, Pilato les dijo: «¿A quién quieren que deje libre, a Barrabás o a Jesús, llamado el Cristo?» [18] Porque sabía que le habían entregado a Jesús por envidia. [19] Mientras Pilato estaba en el tribunal, su mujer le mandó a decir: «No te metas con ese hombre porque es un santo, y anoche tuve un sueño horrible por causa de él.» [20] Mientras tanto, los jefes de los sacerdotes y los jefes de los judíos persuadieron al gentío a que pidieran la libertad de Barrabás y la muerte de Jesús. [21] Cuando el gobernador volvió a preguntarles: «¿A cuál de los dos quieren que les suelte?», ellos contestaron: «A Barrabás.» [22] Pilato les dijo: «¿Y qué hago con Jesús, llamado el Cristo?» Todos contestaron: «¡Crucifícalo!» [23] Pilato insistió: «¿Qué ha hecho de malo?» Pero ellos gritaban cada vez con más fuerza: «¡Que sea crucificado!» [24] Al darse cuenta Pilato de que no conseguía nada, sino que más bien aumentaba el alboroto, pidió agua y se lavó las manos delante del pueblo. Y les dijo: «Ustedes responderán por su sangre, yo no tengo la culpa.» [25] Y todo el pueblo contestó: «¡Que su sangre caiga sobre nosotros y sobre nuestros hijos!» [26] Entonces Pilato les soltó a Barrabás. Mandó azotar a Jesús y lo entregó a los que debían crucificarlo.

EL CAMINO DE LA CRUZ (MC 15,16; LC 23,11) [27] Los soldados romanos llevaron a Jesús al patio del palacio y reunieron a toda la tropa en torno a él. [28] Le quitaron sus vestidos y le pusieron una capa de soldado de color rojo. [29] Después le colocaron en la cabeza una corona que habían trenzado con espinos y en la mano derecha le pusieron una caña. Doblaban la rodilla ante Jesús y se burlaban de él, diciendo: «¡Viva el rey de los judíos!» [30] Le escupían en la cara, y con la caña le golpeaban en la cabeza. [31] Cuando terminaron de burlarse de él, le quitaron la capa de soldado, le pusieron de nuevo sus ropas y lo llevaron a crucificar. [32] Por el camino se encontraron con un hombre de Cirene, llamado Simón, y le obligaron a que cargara con la cruz de Jesús. [33] Cuando llegaron al lugar que se llama Gólgota (o Calvario), o sea, «calavera», [34] le dieron a beber vino mezclado con hiel. Jesús lo probó, pero no lo quiso beber. [35] Allí lo crucificaron y después se repartieron entre ellos la ropa de Jesús, echándola a suertes. [36] Luego se sentaron a vigilarlo. [37] Encima de su cabeza habían puesto un letrero con el motivo de su condena, en el que se leía: «Este es Jesús, el rey de los judíos.» [38] También crucificaron con él a dos ladrones, uno a su derecha y el otro a su izquierda. [39] Los que pasaban por allí lo insultaban; movían la cabeza [40] y decían: «¡Vaya! ¡Tú que destruyes el Templo y lo levantas de nuevo en tres días! Si eres el Hijo de Dios, líbrate del suplicio y baja de la cruz.» [41] Los jefes de los sacerdotes, los jefes de los judíos y los maestros de la Ley también se burlaban de él. Decían: [42] «¡Ha salvado a otros y no es capaz de salvarse a sí mismo! ¡Que baje de la cruz el Rey de Israel y creeremos en él! [43] Ha puesto su confianza en Dios. Si Dios lo ama, que lo salve, pues él mismo dijo: Soy hijo de Dios.» [44] Hasta los ladrones que habían sido crucificados con él lo insultaban. [45] Desde el mediodía hasta las tres de la tarde todo el país se cubrió de tinieblas. [46] A eso de las tres, Jesús gritó con fuerza: Elí, Elí, lamá sabactani, que quiere decir: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?» [47] Al oírlo, algunos de los presentes decían: «Está llamando a Elías.» [48] Uno de ellos corrió, tomó una esponja, la empapó en vinagre y la puso en la punta de una caña para darle de beber. [49] Los otros le decían: «Déjalo, veamos si viene Elías a salvarlo.» [50] Pero nuevamente Jesús dio un fuerte grito y entregó su espíritu.

DESPUÉS DE LA MUERTE DE JESÚS [51] En ese mismo instante la cortina del Santuario se rasgó de arriba abajo, en dos partes. [52] La tierra tembló, las rocas se partieron, los sepulcros se abrieron y resucitaron varias personas santas que habían llegado ya al descanso. [53] Estas salieron de las sepulturas después de la resurrección de Jesús, fueron a la Ciudad Santa y se aparecieron a mucha gente. [54] El capitán y los soldados que custodiaban a Jesús, al ver el temblor y todo lo que estaba pasando, se llenaron de terror y decían: «Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios.» [55] También estaban allí, observándolo todo, algunas mujeres que desde Galilea habían seguido a Jesús para servirlo. [56] Entre ellas estaban María Magdalena, María, madre de Santiago y de José, y la madre de los hijos de Zebedeo.

SEPULTAN A JESÚS (MC 15,42; LC 23,50; JN 19,38) [57] Siendo ya tarde, llegó un hombre rico de Arimatea, llamado José, que también se había hecho discípulo de Jesús. [58] Se presentó a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús, y el gobernador ordenó que se lo entregaran. [59] José tomó entonces el cuerpo de Jesús, lo envolvió en una sábana limpia [60] y lo colocó en el sepulcro nuevo que se había hecho excavar en la roca. Después hizo rodar una gran piedra sobre la entrada del sepulcro y se fue. [61] Mientras tanto, María Magdalena y la otra María estaban allí, sentadas frente al sepulcro.

ASEGURAN EL SEPULCRO [62] Al día siguiente (el día después de la Preparación de la Pascua), los jefes de los sacerdotes y los fariseos se presentaron a Pilato [63] y le dijeron: «Señor, nos hemos acordado que ese mentiroso dijo cuando aún vivía: Después de tres días resucitaré. [64] Ordena, pues, que sea asegurado el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vayan sus discípulos, roben el cuerpo y digan al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Este sería un engaño más perjudicial que el primero.» [65] Pilato les respondió: «Ahí tienen una guardia. Vayan ustedes y tomen todas las precauciones que crean convenientes.» [66] Ellos, pues, fueron al sepulcro y lo aseguraron. Sellaron la piedra que cerraba la entrada y pusieron guardia.

domingo, 10 de abril de 2011

Sermón y Lecturas del Domingo 10 de Abril de 2011



LECTURAS

Ezequiel 37:1-14

HUESOS SECOS, ESCUCHEN LA PALABRA DE YAVÉ [1] La mano de Yavé se posó sobre mí. Yavé me hizo salir por medio de su espíritu. Me depositó en medio de un valle, que estaba lleno de huesos humanos. [2] Me hizo recorrer el valle en todos los sentidos; los huesos esparcidos por el suelo eran muy numerosos, y estaban completamente secos. [3] Entonces me dijo: "¿Hijo de hombre, podrán revivir estos huesos?" Respondí: "Yavé, tú lo sabes". [4] Me dijo: "Profetiza con respecto a estos huesos, les dirás: ¡Huesos secos, escuchen la palabra de Yavé! [5] Esto dice Yavé a estos huesos: Haré que entre en ustedes un espíritu, y vivirán. [6] Pondré en ustedes nervios, haré que brote en ustedes la carne, extenderé en ustedes la piel, colocaré en ustedes un espíritu y vivirán: y sabrán que yo soy Yavé". [7] Hice según lo que se me había ordenado y, mientras profetizaba, se produjo una gran agitación: los huesos se acercaron unos a otros. [8] Miré: vi cómo se cubrían de nervios, brotaba la carne y se extendía sobre ellos la piel. Pero no había en ellos espíritu. [9] Entonces me dijo: "¡Profetiza, hijo de hombre, llama al Espíritu! Dirás al Espíritu: Esto dice Yavé:¡ Espíritu, ven desde los cuatro vientos, sopla sobre estos muertos para que vivan! [10] Profeticé según la orden que había recibido y el Espíritu entró en ellos; recuperaron la vida se levantaron sobre sus pies: era una multitud grande, inmensa. [11] Yavé me dijo entonces: Hijo de hombre, estos huesos son toda la casa de Israel. Ahora dicen: "Nuestros huesos se han secado, nuestras esperanzas han muerto, hemos sido rechazados". [12] Por eso profetiza. Les dirás esta palabra de Yavé: "Voy a abrir las tumbas de ustedes, oh pueblo mío, haré que se levanten de sus tumbas y los traeré de vuelta a la tierra de Israel. [13] Entonces, cuando haya abierto sus tumbas y los haya hecho levantarse, sabrán que yo soy Yavé. [14] Pondré en ustedes mi Espíritu y vivirán; los estableceré en su tierra y sabrán que yo, Yavé, lo dije y lo hice. -palabra de Yavé.

Juan 11:1-45

LA RESURRECCIÓN DE LÁZARO [1] Había un hombre enfermo llamado Lázaro, que era de Betania, el pueblo de María y de su hermana Marta. [2] Esta María era la misma que ungió al Señor con perfume y le secó los pies con sus cabellos. Su hermano Lázaro era el enfermo. [3] Las dos hermanas mandaron a decir a Jesús: «Señor, el que tú amas está enfermo.» [4] Al oírlo Jesús, dijo: «Esta enfermedad no terminará en muerte, sino que es para gloria de Dios, y el Hijo del Hombre será glorificado por ella.» [5] Jesús quería mucho a Marta, a su hermana y a Lázaro. [6] Sin embargo, cuando se enteró de que Lázaro estaba enfermo, permaneció aún dos días más en el lugar donde se encontraba. [7] Sólo después dijo a sus discípulos: «Volvamos de nuevo a Judea.» [8] Le replicaron: «Maestro, hace poco querían apedrearte los judíos, ¿y tú quieres volver allá?» [9] Jesús les contestó: «No hay jornada mientras no se han cumplido las doce horas. El que camina de día no tropezará, porque ve la luz de este mundo; [10] pero el que camina de noche tropezará; ése es un hombre que no tiene en sí mismo la luz.» [11] Después les dijo: «Nuestro amigo Lázaro se ha dormido y voy a despertarlo.» [12] Los discípulos le dijeron: «Señor, si duerme, recuperará la salud.» [13] En realidad Jesús quería decirles que Lázaro estaba muerto, pero los discípulos entendieron que se trataba del sueño natural. [14] Entonces Jesús les dijo claramente: «Lázaro ha muerto, [15] pero yo me alegro por ustedes de no haber estado allá, pues así ustedes creerán. Vamos a verlo.» [16] Entonces Tomás, apodado el Mellizo, dijo a los otros discípulos: «Vayamos también nosotros a morir con él.» [17] Cuando llegó Jesús, Lázaro llevaba ya cuatro días en el sepulcro. [18] Betania está a unos tres kilómetros de Jerusalén, [19] y muchos judíos habían ido a la casa de Marta y de María para consolarlas por la muerte de su hermano. [20] Apenas Marta supo que Jesús llegaba, salió a su encuentro, mientras María permanecía en casa. [21] Marta dijo a Jesús: «Si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto. [22] Pero aun así, yo sé que puedes pedir a Dios cualquier cosa, y Dios te lo concederá.» [23] Jesús le dijo: «Tu hermano resucitará.» [24] Marta respondió: «Ya sé que será resucitado en la resurrección de los muertos, en el último día.» [25] Le dijo Jesús: «Yo soy la resurrección (y la vida). El que cree en mí, aunque muera, vivirá. [26] El que vive, el que cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?» [27] Ella contestó: «Sí, Señor; yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo.» [28] Después Marta fue a llamar a su hermana María y le dijo al oído: «El Maestro está aquí y te llama.» [29] Apenas lo oyó, María se levantó rápidamente y fue a donde él. [30] Jesús no había entrado aún en el pueblo, sino que seguía en el mismo lugar donde Marta lo había encontrado. [31] Los judíos que estaban con María en la casa consolándola, al ver que se levantaba a prisa y salía, pensaron que iba a llorar al sepulcro y la siguieron. [32] Al llegar María a donde estaba Jesús, en cuanto lo vio, cayó a sus pies y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.» [33] Al ver Jesús el llanto de María y de todos los judíos que estaban con ella, su espíritu se conmovió profundamente y se turbó. [34] Y preguntó: «¿Dónde lo han puesto?» Le contestaron: «Señor, ven a ver.» [35] Y Jesús lloró. [36] Los judíos decían: «¡Miren cómo lo amaba!» [37] Pero algunos dijeron: «Si pudo abrir los ojos al ciego, ¿no podía haber hecho algo para que éste no muriera?» [38] Jesús, conmovido de nuevo en su interior, se acercó al sepulcro. Era una cueva cerrada con una piedra. [39] Jesús ordenó: «Quiten la piedra.» Marta, hermana del muerto, le dijo: «Señor, ya tiene mal olor, pues lleva cuatro días.» [40] Jesús le respondió: «¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?» [41] Y quitaron la piedra. Jesús levantó los ojos al cielo y exclamó: «Te doy gracias, Padre, porque me has escuchado. [42] Yo sabía que siempre me escuchas; pero lo he dicho por esta gente, para que crean que tú me has enviado.» [43] Al decir esto, gritó con fuerte voz: «¡Lázaro, sal fuera!» [44] Y salió el muerto. Tenía las manos y los pies atados con vendas y la cabeza cubierta con un velo. Jesús les dijo: «Desátenlo y déjenlo caminar.» LOS JEFES JUDÍOS DECIDEN LA MUERTE DE JESÚS [45] Muchos judíos que habían ido a casa de María creyeron en Jesús al ver lo que había hecho.

Romanos 8: 6-11


[6] Pero no hay sino muerte en lo que ansía la carne, mientras que el espíritu anhela vida y paz. [7] Los proyectos de la carne están en contra de Dios, pues la carne no se somete a la ley de Dios, y ni siquiera puede someterse. [8] Por eso los que viven según la carne no pueden agradar a Dios. [9] Ustedes ya no están en la carne, sino que viven en el espíritu, pues el Espíritu de Dios habita en ustedes. Si alguno no tuviera el Espíritu de Cristo, éste no le pertenecería. [10] Pero Cristo está en ustedes, y aunque el cuerpo lleve en sí la muerte a consecuencia del pecado, el espíritu es vida por haber sido santificado. [11] Y si el Espíritu de Aquel que resucitó a Cristo de entre los muertos está en ustedes, el mismo que resucitó a Jesús de entre los muertos dará también vida a sus cuerpos mortales por medio de su Espíritu, que habita en ustedes

domingo, 3 de abril de 2011

Sermón y Lecturas del Domingo 3 de Abril de 2011



LECTURAS

1 Samuel 16:1-13


Y el SEÑOR dijo a Samuel: ¿Hasta cuándo te lamentarás por Saúl, después que yo lo he desechado para que no reine sobre Israel? Llena tu cuerno de aceite y ve; te enviaré a Isaí, el de Belén, porque de entre sus hijos he escogido un rey para mí. Y Samuel respondió: ¿Cómo puedo ir? Cuando Saúl lo sepa, me matará. Y el SEÑOR dijo: Toma contigo una novilla y di: "He venido a ofrecer sacrificio al SEÑOR." Invitarás a Isaí al sacrificio y yo te mostraré lo que habrás de hacer; entonces me ungirás a aquel que yo te indique. Samuel hizo lo que el SEÑOR dijo, y fue a Belén. Y los ancianos de la ciudad vinieron a su encuentro temblando y dijeron: ¿Vienes en paz? Y él respondió: En paz. He venido a ofrecer sacrificio al SEÑOR. Consagraos y venid conmigo al sacrificio. Samuel consagró también a Isaí y a sus hijos y los invitó al sacrificio. Y aconteció que cuando ellos entraron, vio a Eliab, y se dijo: Ciertamente el ungido del SEÑOR está delante de El. Pero el SEÑOR dijo a Samuel: No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; pues Dios ve no como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el SEÑOR mira el corazón. Entonces Isaí llamó a Abinadab y lo hizo pasar delante de Samuel. Y éste dijo: Tampoco a éste ha escogido el SEÑOR. Después Isaí hizo pasar a Sama. Y él dijo: Tampoco a éste ha escogido el SEÑOR. Isaí hizo pasar a siete de sus hijos delante de Samuel. Pero Samuel dijo a Isaí: El SEÑOR no ha escogido a éstos. Y Samuel dijo a Isaí: ¿Son éstos todos tus hijos? Y él respondió: Aún queda el menor, que está apacentando las ovejas. Entonces Samuel dijo a Isaí: Manda a buscarlo, pues no nos sentaremos a la mesa hasta que él venga acá. Y envió por él y lo hizo entrar. Era rubio, de ojos hermosos y bien parecido. Y el SEÑOR dijo: Levántate, úngele; porque éste es. Entonces Samuel tomó el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos; y el Espíritu del SEÑOR vino poderosamente sobre David desde aquel día en adelante. Luego Samuel se levantó y se fue a Ramá.

Efesios 5: 8-14

[8] En otro tiempo ustedes eran tinieblas, pero ahora son luz en el Señor. Pórtense como hijos de la luz, [9] con bondad, con justicia y según la verdad, pues ésos son los frutos de la luz. [10] Busquen lo que agrada al Señor. [11] No tomen parte en las obras de las tinieblas, donde no hay nada que cosechar; al contrario, denúncienlas. [12] Sólo decir lo que esa gente hace a escondidas da vergüenza; [13] pero al ser denunciado por la luz se vuelve claro, y lo que se ha aclarado llegará incluso a ser luz. [14] Por eso se dice: «Despierta, tú que duermes, levántate de entre los muertos y la luz de Cristo brillará sobre ti.»

Juan 9:1-41

JESÚS SANA A UN CIEGO DE NACIMIENTO [1] Al pasar, Jesús vio a un hombre que era ciego de nacimiento. [2] Sus discípulos le preguntaron: «Maestro, ¿quién ha pecado para que esté ciego: él o sus padres?» [3] Jesús respondió: «Esta cosa no es por haber pecado él o sus padres, sino para que unas obras de Dios se hagan en él, y en forma clarísima. [4] Mientras es de día tenemos que hacer la obra del que me ha enviado; porque vendrá la noche, cuando nadie puede trabajar. [5] Mientras estoy en el mundo, soy la luz del mundo.» [6] Dicho esto, hizo un poco de lodo con tierra y saliva, untó con él los ojos del ciego [7] y le dijo: «Vete y lávate en la piscina de Siloé (que quiere decir el Enviado).» El ciego fue, se lavó y, cuando volvió, veía claramente. [8] Sus vecinos y los que lo habían visto pidiendo limosna, decían: «¿No es éste el que se sentaba aquí y pedía limosna?» [9] Unos decían: «Es él. » Otros, en cambio: «No, es uno que se le parece». [10] Pero él afirmaba: «Sí, soy yo.» Le preguntaron: «¿Cómo es que ahora puedes ver?» [11] Contestó: «Ese hombre al que llaman Jesús hizo barro, me lo aplicó a los ojos y me dijo que fuera a lavarme a la piscina de Siloé. Fui, me lavé y veo.» [12] Le preguntaron: «¿Dónde está él?» Contestó: «No lo sé.» [13] La gente llevó ante los fariseos al que había sido ciego. [14] Pero coincidió que ese día en que Jesús hizo lodo y abrió los ojos al ciego, era día de descanso. [15] Y como nuevamente los fariseos preguntaban al hombre cómo había recobrado la vista, él contestó: «Me puso barro en los ojos, me lavé y veo.» [16] Algunos fariseos, pues, dijeron: «Ese hombre, que trabaja en día sábado, no puede venir de Dios.» Pero otros decían: «¿Puede ser un pecador el que realiza tales milagros?» Y estaban divididos. [17] Entonces hablaron de nuevo al ciego: «Ese te ha abierto los ojos, ¿qué piensas tú de él?» El contestó: «Que es un profeta.» [18] Los judíos no quisieron creer que siendo ciego había recobrado la vista, hasta que no llamaran a sus padres. [19] Y les preguntaron: «¿Es éste su hijo? ¿Y ustedes dicen que nació ciego? ¿Y cómo es que ahora ve?» [20] Los padres respondieron: «Sabemos que es nuestro hijo y que nació ciego. [21] Pero cómo es que ahora ve, no lo sabemos, y quién le abrió los ojos, tampoco. Pregúntenle a él, que es adulto y puede responder de sí mismo.» [22] Los padres contestaron así por miedo a los judíos, pues éstos habían decidido expulsar de sus comunidades a los que reconocieran a Jesús como el Mesías. [23] Por eso dijeron: «Es mayor de edad, pregúntenle a él.» [24] De nuevo los fariseos volvieron a llamar al hombre que había sido ciego y le dijeron: «Confiesa la verdad; nosotros sabemos que ese hombre que te sanó es un pecador.» [25] El respondió: «Yo no sé si es un pecador, lo que sé es que yo era ciego y ahora veo.» [26] Le preguntaron: «¿Qué te hizo? ¿Cómo te abrió los ojos?» [27] El les dijo: «Ya se lo he dicho y no me han escuchado. ¿Para qué quieren oírlo otra vez? ¿También ustedes quieren hacerse discípulos suyos?» [28] Entonces comenzaron a insultarlo. «Tú serás discípulo suyo. Nosotros somos discípulos de Moisés. [29] Sabemos que a Moisés le habló Dios, pero ése no sabemos ni siquiera de dónde es.» [30] El hombre contestó: «Esto es lo extraño: él me ha abierto los ojos y ustedes no entienden de dónde viene. [31] Es sabido que Dios no escucha a los pecadores, pero al que honra a Dios y cumple su voluntad, Dios lo escucha. [32] Jamás se ha oído decir que alguien haya abierto los ojos de un ciego de nacimiento. [33] Si éste no viniera de Dios, no podría hacer nada.» [34] Le contestaron ellos: «No eres más que pecado desde tu nacimiento, ¿y pretendes darnos lecciones a nosotros?» Y lo expulsaron. [35] Jesús se enteró de que lo habían expulsado. Cuando lo encontró le dijo: «¿Tú crees en el Hijo del Hombre?» [36] Le contestó: «¿Y quién es, Señor, para que crea en él?» [37] Jesús le dijo: «Tú lo has visto, y es el que está hablando contigo.» [38] El entonces dijo: «Creo, Señor». Y se arrodilló ante él. [39] Jesús añadió: «He venido a este mundo para llevar a cabo un juicio: los que no ven, verán, y los que ven, se volverán ciegos.» [40] Al oír esto, algunos fariseos que estaban allí con él le dijeron: «¿Así que también nosotros somos ciegos?» [41] Jesús les contestó: «Si fueran ciegos, no tendrían pecado. Pero ustedes dicen: "Vemos", y esa es la prueba de su pecado.»