domingo, 15 de julio de 2012

Sermón y Lecturas del Séptimo Domingo después de Pentecostés 2012


LECTURAS

Amós 7: 7-15
[7] Por tercera vez, el Señor me mostró otro espectáculo: Un hombre estaba de pie al lado de un muro con un nivel de plomo en la mano. [8] Y como Yavé me preguntara qué veía yo, le respondí que un nivel de plomo. Entonces el Señor prosiguió: «Voy a ver si está desplomado o no Israel, pues ya no lo apuntalaré más; [9] los altos lugares sagrados de Isaac serán demolidos; los santuarios de Israel, destruidos, y yo me lanzaré, espada en mano, contra la familia de Jeroboam.» CONFLICTO CON EL SACERDOTE AMASÍAS [10] Entonces Amasías, sacerdote de Betel, le mandó este recado a Jeroboam, rey de Israel: «Amós está conspirando contra ti en pleno centro de Israel. No hay que permitirle que siga hablando, [11] pues dice que a ti te matarán a espada y que Israel será llevado al destierro, lejos de su patria.» [12] Luego Amasías fue a decirle a Amós: «Sal de aquí, visionario; vete a Judá, gánate allá la vida dándotelas de profeta, [13] pero no profetices más aquí en Betel, que es un santuario real, un templo nacional.» [14] Amós le replicó: «Yo no soy profeta ni uno de los hermanos profetas; soy cuidador de rebaños y trato los sicómoros. [15] Yavé es quien me sacó de detrás de las ovejas y me dijo: «Ve y habla de parte mía a Israel, mi pueblo».

Efesios 1: 3-14
.[3] ¡Bendito sea Dios, Padre de Cristo Jesús nuestro Señor, que nos ha bendecido en el cielo, en Cristo, con toda clase de bendiciones espirituales![4] En Cristo Dios nos eligió antes de que creara el mundo, para estar en su presencia santos y sin mancha. En su amor [5] nos destinó de antemano para ser hijos suyos en Jesucristo y por medio de él. Así lo quiso y le pareció bien[6] sacar alabanzas de esta gracia tan grande que nos hacía en el Bien Amado.[7] En él y por su sangre fuimos rescatados, y se nos dio el perdón de los pecados, fruto de su generosidad inmensa[8] -[9] que se derramó sobre nosotros. Ahora nos ha dado a conocer, mediante dones de sabiduría e inteligencia, este proyecto misterioso suyo, fruto de su absoluta complacencia en Cristo.[10] Pues Dios quiso reunir en él, cuando llegara la plenitud de los tiempos, tanto a los seres celestiales como a los terrenales. [11] En Cristo fuimos elegidos nosotros: Aquel que dispone de todas las cosas y las somete a su voluntad, decidió que fuéramos pueblo suyo,[12] y lleváramos la espera del Mesías, con el fin de que sea alabada su Gloria. [13] También ustedes, al escuchar la Palabra de la Verdad, el Evangelio que los salva, creyeron en él, quedando sellados con el Espíritu Santo prometido,[14] que es el anticipo de nuestra herencia. Por él va liberando al pueblo que hizo suyo, para que al fin sea alabada su Gloria. COLOCÓ TODO BAJO LOS PIES DE CRISTO

Marcos 6: 14-29
[14] El rey Herodes oyó hablar de Jesús, ya que su nombre se había hecho famoso. Algunos decían: «Este es Juan el Bautista, que ha resucitado de entre los muertos, y por eso actúan en él poderes milagrosos.» [15] Otros decían: «Es Elías», y otros: «Es un profeta como los antiguos profetas». [16] Herodes, por su parte, pensaba: «Debe de ser Juan, al que le hice cortar la cabeza, que ha resucitado.» [17] En efecto, Herodes había mandado tomar preso a Juan y lo había encadenado en la cárcel por el asunto de Herodías, mujer de su hermano Filipo, con la que se había casado. [18] Pues Juan le decía: «No te está permitido tener a la mujer de tu hermano.» [19] Herodías lo odiaba y quería matarlo, pero no podía, [20] pues Herodes veía que Juan era un hombre justo y santo, y le tenía respeto. Por eso lo protegía, y lo escuchaba con gusto, aunque quedaba muy perplejo al oírlo. [21] Herodías tuvo su oportunidad cuando Herodes, el día de su cumpleaños, dio un banquete a sus nobles, a sus oficiales y a los personajes principales de Galilea. [22] En esa ocasión entró la hija de Herodías, bailó y gustó mucho a Herodes y a sus invitados. Entonces el rey dijo a la muchacha: «Pídeme lo que quieras y te lo daré.» [23] Y le prometió con juramento: «Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino.» [24] Salió ella a consultar a su madre: «¿Qué pido?» La madre le respondió: «La cabeza de Juan el Bautista.» [25] Inmediatamente corrió a donde estaba el rey y le dijo: «Quiero que ahora mismo me des la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja.» [26] El rey se sintió muy molesto, pero no quiso negárselo, porque se había comprometido con juramento delante de los invitados. [27] Ordenó, pues, a un verdugo que le trajera la cabeza de Juan. Este fue a la cárcel y le cortó la cabeza. [28] Luego, trayéndola en una bandeja, se la entregó a la muchacha y ésta se la pasó a su madre. [29] Cuando la noticia llegó a los discípulos de Juan, vinieron a recoger el cuerpo y lo enterraron. JESÚS, PASTOR Y PROFETA

No hay comentarios: