domingo, 5 de agosto de 2012

Sermón y Lecturas del Décimo Domingo después de Pentecostés 2012


LECTURAS

Efesios 4:1-16
PROGRESEMOS HACIA EL HOMBRE PERFECTO [1] Yo, «el prisionero de Cristo», les exhorto, pues, a que se muestren dignos de la vocación que han recibido. [2] Sean humildes, amables, comprensivos, y sopórtense unos a otros con amor. [3] Mantengan entre ustedes lazos de paz y permanezcan unidos en el mismo espíritu. [4] Un solo cuerpo y un mismo espíritu, pues ustedes han sido llamados a una misma vocación y una misma esperanza. [5] Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, [6] un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todos, que actúa por todos y está en todos. [7] Cada uno de nosotros ha recibido su talento y Cristo es quien fijó la medida de sus dones para cada uno. [8] Pues se dijo: Subió a las alturas, llevó cautivos, y dio sus dones a los hombres. [9] Subió. Se refiere al que antes había bajado con los muertos al mundo inferior. [10] El mismo que bajó, subió después por encima de todos los cielos para llenarlo todo. [11] Y ¿dónde están sus dones? Unos son apóstoles, otros profetas, otros evangelistas, otros pastores y maestros. [12] Así prepara a los suyos para las obras del ministerio en vista a la construcción del cuerpo de Cristo; [13] hasta que todos alcancemos la unidad en la fe y el conocimiento del Hijo de Dios y lleguemos a ser el Hombre perfecto, con esa madurez que no es menos que la plenitud de Cristo. [14] Entonces no seremos ya niños a los que mueve cualquier oleaje o viento de doctrina o cualquier invento de personas astutas, expertas en el arte de engañar. [15] Estaremos en la verdad y el amor, e iremos creciendo cada vez más para alcanzar a aquel que es la cabeza, Cristo. [16] El hace que el cuerpo crezca, con una red de articulaciones que le dan armonía y firmeza, tomando en cuenta y valorizando las capacidades de cada uno. Y así el cuerpo se va construyendo en el amor. REVÍSTANSE DEL HOMBRE NUEVO

Éxodo 16:2-4, 9-15
[2] Toda la comunidad de los israelitas empezó a murmurar contra Moisés y Aarón en el desierto. [3] Les decían: «¡Ojalá Yavé nos hubiera hecho morir en Egipto! Allí nos sentábamos junto a las ollas de carne y comíamos pan en abundancia. Ustedes, en cambio, nos han traído a este desierto en que todo ese gentío morirá de hambre.» [4] Pero Yavé dijo a Moisés: «Ahora les hago llover pan del cielo; salga el pueblo y recoja lo que necesita para cada día. Y yo voy a probar si se ajusta o no a mi enseñanza...
[9] Moisés dijo a Aarón: «Di a todos los hijos de Israel: Vengan, preséntense a Yavé, porque ha oído las quejas de ustedes.» [10] Y mientras Aarón hablaba al pueblo, miraron hacia el desierto: la Gloria de Yavé se apareció en medio de la nube. [11] Yavé habló a Moisés diciendo: [12] «He oído las quejas de mi pueblo. Diles: por la tarde comerán carne y por la mañana se saciarán de pan; así sabrán que yo soy Yavé, el Dios de ustedes.» [13] Aquella misma tarde llegaron codornices, que cubrieron el campamento. Y, por la mañana, en torno al campamento, había una capa de rocío. [14] Al evaporarse el rocío, apareció sobre el suelo del desierto una cosa menuda, como granos, parecida a la escarcha. [15] Cuando los israelitas vieron esto, se dijeron unos a otros: «Manha», o sea: «¿Qué es esto?» Pues no sabían lo que era. Y Moisés les dijo: «Este es el pan que Yavé les da para comer.

Juan 6: 24-35
24] Al ver que ni Jesús ni sus discípulos estaban allí, la gente subió a las lanchas y se dirigieron a Cafarnaún en busca de Jesús. [25] Al encontrarlo al otro lado del lago, le preguntaron: «Rabbí (Maestro), ¿cómo has venido aquí?» [26] Jesús les contestó: «En verdad les digo: Ustedes me buscan, no porque han visto a través de los signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. [27] Trabajen, no por el alimento de un día, sino por el alimento que permanece y da vida eterna. Este se lo dará el Hijo del hombre; él ha sido marcado con el sello del Padre.» EL PAN DE VIDA: CREER EN EL HIJO DE DIOS [28] Entonces le preguntaron: «¿Qué tenemos que hacer para trabajar en las obras de Dios?» [29] Jesús respondió: «La obra de Dios es ésta: creer en aquel que Dios ha enviado.» [30] Le dijeron: «¿Qué puedes hacer? ¿Qué señal milagrosa haces tú, para que la veamos y creamos en ti? ¿Cuál es tu obra? [31] Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, según dice la Escritura: Se les dio a comer pan del cielo.» [32] Jesús contestó: «En verdad les digo: No fue Moisés quien les dio el pan del cielo. Es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo. [33] El pan que Dios da es Aquel que baja del cielo y que da vida al mundo.» [34] Ellos dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.» [35] Jesús les dijo: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed.

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