domingo, 1 de julio de 2012
Sermón y Lecturas del Quinto Domingo después de Pentecostés 2012
LECTURAS
2 Corintios 8: 7-15
[7] Y ustedes que sobresalen en todo: en dones de fe, de palabra y de conocimiento, en entusiasmo, sin hablar del amor que me profesan, traten de sobresalir también en esta obra de generosidad. [8] No es una orden, sino que sólo me baso en la generosidad de otros para ver si ustedes aman de verdad. [9] Ya conocen la generosidad de Cristo Jesús, nuestro Señor, que, siendo rico, se hizo pobre por ustedes para que su pobreza los hiciera ricos. [10] Les hago notar esto: les conviene que se muevan, pues hace ya un año que empezaron, e incluso el proyecto procedió de ustedes. [11] Concluyan, pues, esa obra; lo que se ha decidido con entusiasmo debe ser llevado a cabo según las propias posibilidades. [12] Si hay entusiasmo, cada uno es bien recibido con lo que tenga, y a nadie se le pide lo que no tiene. [13] No se trata de que otros tengan comodidad y que a ustedes les falte, sino de que haya igualdad. [14] Ustedes darán de su abundancia lo que a ellos les falta, y ellos, a su vez, darán de lo que tienen para que a ustedes no les falte. Así reinará la igualdad. [15] Lo dice la Escritura: Al que tenía mucho no le sobraba y al que tenía poco no le faltaba.
Lamentaciones 3:22-33
[22] El amor de Yavé no se ha acabado, ni se han agotado sus misericordias; [23] se renuevan cada mañana. Sí, tu fidelidad es grande. [24] Dice mi alma: «Yavé es mi parte, por eso en él esperaré.» [25] Bueno es Yavé para los que esperan en él, para el alma que lo busca. [26] Bueno es esperar en silencio la salvación de Yavé. [27] Bueno es para el hombre soportar el yugo desde su juventud. [28] Que se siente solitario y silencioso cuando Dios se lo impone; [29] que ponga su boca en el polvo; quizá tenga esperanza, [30] que tienda la mejilla al que lo hiere, que se llene de humillaciones. [31] Porque el Señor no desecha al hombre para siempre. [32] Si llega a afligir, luego se compadece, según su inmenso amor; [33] él no se alegra en humillar y afligir a los hombres.
Marcos 5: 21-43
[21] Jesús, entonces, atravesó el lago, y al volver a la otra orilla, una gran muchedumbre se juntó en la playa en torno a él. [22] En eso llegó un oficial de la sinagoga, llamado Jairo, y al ver a Jesús, se postró a sus pies [23] suplicándole: «Mi hija está agonizando; ven e impón tus manos sobre ella para que se mejore y siga viviendo.» [24] Jesús se fue con Jairo; estaban en medio de un gran gentío, que lo oprimía. [25] Se encontraba allí una mujer que padecía un derrame de sangre desde hacía doce años. [26] Había sufrido mucho en manos de muchos médicos y se había gastado todo lo que tenía, pero en lugar de mejorar, estaba cada vez peor. [27] Como había oído lo que se decía de Jesús, se acercó por detrás entre la gente y le tocó el manto. [28] La mujer pensaba: «Si logro tocar, aunque sólo sea su ropa, sanaré.» [29] Al momento cesó su hemorragia y sintió en su cuerpo que estaba sana. [30] Pero Jesús se dio cuenta de que un poder había salido de él, y dándose vuelta en medio del gentío, preguntó: «¿Quién me ha tocado la ropa?» [31] Sus discípulos le contestaron: «Ya ves cómo te oprime toda esta gente: ¿y preguntas quién te tocó?» [32] Pero él seguía mirando a su alrededor para ver quién le había tocado. [33] Entonces la mujer, que sabía muy bien lo que le había pasado, asustada y temblando, se postró ante él y le contó toda la verdad. [34] Jesús le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; vete en paz y queda sana de tu enfermedad.» [35] Jesús estaba todavía hablando cuando llegaron algunos de la casa del oficial de la sinagoga para informarle: «Tu hija ha muerto. ¿Para qué molestar ya al Maestro?» [36] Jesús se hizo el desentendido y dijo al oficial: «No tengas miedo, solamente ten fe.» [37] Pero no dejó que lo acompañaran más que Pedro, Santiago y Juan, el hermano de Santiago. [38] Cuando llegaron a la casa del oficial, Jesús vio un gran alboroto: unos lloraban y otros gritaban. [39] Jesús entró y les dijo: «¿Por qué este alboroto y tanto llanto? La niña no está muerta, sino dormida.» [40] Y se burlaban de él. Pero Jesús los hizo salir a todos, tomó consigo al padre, a la madre y a los que venían con él, y entró donde estaba la niña. [41] Tomándola de la mano, dijo a la niña: «Talitá kumi», que quiere decir: «Niña, te lo digo, ¡levántate!» [42] La jovencita se levantó al instante y empezó a caminar (tenía doce años). ¡Qué estupor más grande! Quedaron fuera de sí. [43] Pero Jesús les pidió insistentemente que no lo contaran a nadie, y les dijo que dieran algo de comer a la niña.
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