domingo, 15 de agosto de 2010

12º Domingo de Pentecostes: 15 de Agosto de 2010







LECTURAS:

Jeremías 23:23-29

23. ¿Soy yo un Dios sólo de cerca?, dice Yavé, ¿no soy Dios también de lejos?
24. ¿O puede un hombre ocultarse en un escondite sin que yo lo vea?, dice Yavé. El cielo y la tierra, ¿no los lleno yo?, dice Yavé.
25. Me he puesto a escuchar lo que dicen los profetas que profetizan en mi nombre falsamente; sus palabras son: «¡He tenido un sueño, he tenido un sueño!»
26. ¿Hasta cuándo habrá, entre los profetas, profetas de mentira que profetizan falsamente y que cuentan lo que han inventado?
27. Pretenden, con los sueños que unos a otros se cuentan, hacer olvidar mi Nombre a mi pueblo, como sus padres se olvidaron de mi Nombre por seguir a Baal.
28. El profeta que ha tenido un sueño cuenta su sueño, pero el que ha recibido mi palabra transmite mi palabra de verdad. ¿Qué tiene que ver la paja con el trigo?, dice Yavé.
29. ¿No es mi palabra como fuego que quema o como martillo que rompe la roca?

Salmo 82

1. Se ha puesto Dios de pie en la asamblea divina para dictar sentencia en medio de los dioses:
2. "¿Hasta cuándo juzgarán inicuamente y tendrán miramientos con los malos?
3. Denle el favor al débil y al huérfano, hagan justicia al que sufre y al pobre;
4. si los ven tan débiles e indigentes, sálvenlos de la mano de los impíos".
5. Esta gente no sabe ni comprende, no dan más que vueltas en sus tinieblas, y las bases de la tierra se conmueven.
6. Había dicho: "Ustedes serán dioses, serán todos hijos del Altísimo".
7. Pero, ahora como hombres morirán y como seres de carne caerán".
8. Oh Dios, ponte de pie, juzga la tierra,. pues tú dominas todas las naciones.

Hebreos 11:29--12:2

29. Por la fe atravesaron el mar Rojo como si fuera tierra seca, mientras que los egipcios trataron de pasarlo y se ahogaron.
30. Por la fe cayeron los muros de Jericó, después de dar la vuelta a su alrededor durante siete días.
31. Por su fe la prostituta Rahab dio buena acogida a los espías y escapó a la muerte de los incrédulos.
32. ¿Qué más diré? Me faltaría tiempo para hablar de Gedeón, Barac, Sansón, Jefté, David, lo mismo que de Samuel y de los profetas.
33. Ellos, gracias a la fe, sometieron a otras naciones, impusieron la justicia, vieron realizarse promesas de Dios, cerraron bocas de leones,
34. apagaron la violencia del fuego, escaparon del filo de la espada, sanaron de enfermedades, se mostraron valientes en la guerra y rechazaron a los invasores extranjeros.
35. Hubo mujeres que recobraron resucitados a sus muertos; pero también hubo otros que, en vista de una resurrección mejor, se negaron a hacer el gesto que les habría salvado la vida: me refiero a los torturados.
36. Otros sufrieron la prueba de las cadenas y de la cárcel.
37. Fueron apedreados, torturados, aserrados, murieron a espada, anduvieron errantes de una parte para otra, sin otro vestido que pieles de corderos y de cabras, faltos de todo, oprimidos, maltratados.
38. Esos hombres, de los cuales no era digno el mundo, tenían que vagar por los desiertos y las montañas, y refugiarse en cuevas y escondites.
39. Todos éstos merecieron que se recordara su fe, pero no por eso consiguieron el objeto de la promesa.
40. Es que Dios veía más lejos y pensaba en nosotros, y no debían llegar al término antes que nosotros.
Cap 12) 1. Innumerables son estos testigos, y nos envuelven como una nube. Depongamos, pues, toda carga inútil, y en especial las amarras del pecado, para correr hasta el final la prueba que nos espera.
2. Levantemos la mirada hacia Jesús, que dirige esta competición de la fe y la lleva a su término. El escogió la cruz en vez de la felicidad que se le ofrecía; no tuvo miedo a la humillación y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios.

SERMON RECORDATORIO DE LA VIDA DEL PASTOR JUAN COBRDA-Pastor Raúl A. Gleim

San Lucas 12:49-53.

Gracia y paz a ustedes de nuestro Señor Jesucristo. Amén.
¿Cómo transmitir la gracia y paz de nuestro Señor Jesucristo, cuando en el texto de hoy el propio Jesús no sólo niega que ha venido a traer paz, sino todo lo contrario: división, disensión.?
¿Cómo realizar un recordatorio de la vida de Juan Cobrda teniendo como telón de fondo estos versículos de San Lucas?
Para iniciar esta reflexión tomaré una breve reflexión teológica de pastor Dr. René Krüger en relación a este texto. Dice René:

“Más allá de los conflictos familiares, casi “naturales” en los primeros momentos del surgimiento del movimiento de Jesús, el texto bosqueja la aparición de dificultades y contrariedades cuando se asume en serio el seguimiento de Jesús. Esto está en consonancia con el mismo camino del Salvador, quien tampoco sostuvo una teología de la gloria ni gozó de una vida fácil, sino que tuvo que pasar por la amarga experiencia del martirio para llegar a la resurrección.
“Cada discípulo, cada discípula deben tomar distancia de toda atadura que pueda afectar la seriedad de su seguimiento de Jesús. Esto puede abarcar tanto los lazos familiares como también cualquier otro tipo de relaciones. Asimismo, incluye componendas, chanchullos y artimañas; y por supuesto también “pactos” con personas, estructuras y poderes injustos, dañinos y malignos. En el camino del seguimiento surgen reproches, dificultades e incluso divisiones en varios niveles: familiar, comunitario, social, político. La paz a cualquier precio no es el propósito de Cristo. La lealtad a Él ha de estar por encima de todas las demás relaciones. Ningún vínculo, sea familiar, social o de la índole que fuere, debe ser impedimento para la fidelidad a Cristo.”
La vida de Juan Cobrda, que hoy recordamos ha respondido a alguna de estas características mencionadas por René, como dificultades desde el discipulado en fidelidad a Jesucristo.
Refugiado en Argentina junto a sus padres en 1948 – Siendo pastor de refugiados e inmigrantes, recibiendo a los Refugiados Chilenos en 1973 – Refugiado en EEUU durante la última dictadura militar en Argentina. Una constante en su vida hasta su último refugio eterno en los brazos de Jesucristo.
René Krüger nos propone algunas preguntas para la reflexión del texto de Lucas, que quiero que asociemos al ministerio del pastor Juan y sus factibles respuestas.
1. ¿Qué nos significa el seguimiento de Jesucristo? ¿Es una mera cuestión de tradición familiar, de identidad cultural, de costumbre religiosa; o se trata de un seguimiento decidido?
2. ¿Qué dificultades nos trae el seguimiento de Jesucristo? ¿Qué relaciones, componendas o chanchullos dificultan y obstruyen nuestro discipulado?
3. Jesús nos invita a un seguimiento pleno, auténtico, decidido; a comprometernos de buenas ganas y con todas nuestras fuerzas con Él y su obra. ¿Lo renovamos ahora mismo?

A estas mismas preguntas, o semejantes, Juan había tratado de responder hace 50 años. Más bien, frente a una determinada realidad expuso su propia visión del fracaso del luteranismo en América Latina y la necesidad de un nuevo modelo eclesial comprometido con la sociedad, con la comunidad civil, llevando la voz del evangelio en medio de los acontecimientos de la vida cotidiana.

Deseo traer la memoria del pastor Juan Cobrda a través de sus propias palabras, de un sermón publicado en 1960, que marca una época signada por el fin de un proceso migratorio de Europa a América Latina, por lo cual al rememorar sus palabras, debemos tener presente este contexto, en el cual el crecimiento evangélico parece detenerse, y particularmente en las iglesias luteranas.
Pero como todo texto fuera de su contexto es un pretexto, debemos tener en cuenta en cuenta algunos pocos datos del contexto de la IELU en 1960:
Cantidad de congregaciones, pastores nacionales y extranjeros…en 1960
Pastores Nacionales 11 Pastores Extranjeros 10 Total 21 pastores.
Congregaciones: Castellano 9 Mixto 11 Extranjero 1 Total 21 congregaciones
El sermón de Juan Cobrda se introduce haciendo mención al texto de Efesios 4: 1-3 que nos habla de la unidad del cuerpo de Cristo:
1 Por eso yo, que estoy preso por la causa del Señor, les ruego que vivan de una manera digna del llamamiento que han recibido,2 siempre humildes y amables, pacientes, tolerantes unos con otros en amor.3 Esfuércense por mantener la unidad del Espíritu mediante el vínculo de la paz.

En un Sermón para el Día de la Reforma, supongo predicado en 1959, publicado en la revista Ekklesia en abril de 1960, Juan Cobrda preguntaba sobre el significado o finalidad del encuentro anual, o concentración anual, en conmemoración de la reforma, que identificaba al movimiento luterano en el mundo.
En tal sentido decía:
“Es cierto que ante el mundo hemos de testimoniar que somos hijos espirituales de este movimiento. Pero me pregunto a mí mismo y a todos ustedes si sabemos qué es la Reforma, cuáles fueron sus objetivos, y qué significa ser seguidor y heredero fiel de la misma.

“Para comenzar, recordemos que uno de los objetivos de la Reforma era la proclamación del evangelio en el idioma vernáculo, eliminando un idioma extraño para la mayoría de la gente, y poder hablar así al pueblo en su propia lengua. A este respecto lamento tener que decir que, mirando el pasado, nosotros aquí en América Latina hemos fracasado. …
“Aquí en América Latina, inclusive en la Argentina, la obra luterana ha conmemorado el primer centenario de su existencia en este continente. Si nos preguntamos qué impacto hizo y qué influencia tuvo sobre la sociedad latinoamericana, debemos confesar avergonzados que ha sido una influencia muy escasa. ¿A qué se debe este hecho? Si cuatro siglos antes, la misma doctrina y el mismo movimiento dieron nuevo vigor y nueva vida al cristianismo decadente, y en cierta medida hasta lograron transformar a la sociedad de aquel entonces, ¿cómo es posible que no consigan lo mismo en una situación parecida de nuestra época? A mi modo de ver (dice Juan) la razón está en que la fe luterana no ha sido presentada en su forma pura, sino desfigurada y mezclada con elementos que son ajenos. Y esos elementos ajenos que forman una barrera entre la fe luterana y el pueblo latinoamericano, lo constituyen las diferentes civilizaciones, fondos culturales y lenguas que son patrimonio de los mensajeros.
“Sabemos que nuestra fe luterana ha llegado a este continente por dos caminos distintos: desde los Estados Unidos y desde Europa. Admiramos y apreciamos en todo su valor el trabajo pionero de nuestros antepasados, quienes abrieron los primeros surcos y pusieron los fundamentos básicos de nuestra iglesia aquí en la Argentina. Pero al mismo tiempo, debemos confesar y lamentar que ellos, en su gran mayoría, presentaron la fe luterana asociada a los elementos mencionados. Estos: idioma, civilización, cultura, se mostraron tan fuerte que terminaron por prevalecer sobre la proclamación de la fe. Con frecuencia, el pueblo llegaba a pensar que estos apóstoles de la fe luterana no eran otra cosa que agentes de ciertos imperialismos enmascarados con la apariencia de su fe. He aquí una de las grandes fallas.
“Otros de esos mensajeros que lograron vencer la barrera del idioma, comprendiendo que la fe luterana no está limitada al inglés o al alemán, empezaron a proclamar el Evangelio en castellano. Sin embargo sus esfuerzos no se vieron coronados por el éxito, pues no consiguieron romper los lazos que los unían a la civilización que los había formado. Si bien hablaban castellano, su modo de pensar no era latinoamericano. Por esta razón, el Evangelio fue presentado dentro de las limitaciones y los matices especiales de la cultura que ellos representan.
“Como es lógico, los oyentes locales no tardaban en advertirlo, y en consecuencia, el Evangelio no pudo arraigarse. … Concluyendo, podemos decir que muchos mensajeros del evangelio y de la fe luterana no se han preocupado por la población nativa; otros tantos se acercaron a ella con el Evangelio desfigurado (presentado dentro de las normas de una mentalidad que les era extraña) ; y solamente un porcentaje limitadísimo ha procedido de manera correcta. Por eso no nos debe extrañar que la Iglesia Luterana no haya logrado mayores éxitos que los obtenidos hasta ahora, ni tampoco que no haya ejercido influencia alguna en la vida de este pueblo. Si hojeamos las páginas de su historia, comprenderemos que en la obra misionera, los factores idioma, cultura y civilización, han constituido desde el principio serios obstáculos para la proclamación de las verdades del Evangelio.
“Me pregunto si no es esto lo que ocurre entre nosotros. ¿Acaso no nos separan estos obstáculos de la población latina?
“No exagero al afirmar que muchos de nosotros se dedican a cuidar de sus respectivos rebaños manteniéndolos intencionadamente aislados. Pero los que así proceden se siegan a la realidad y viven divorciados de ella. No reparan en que el tiempo y otros factores destructivos van reduciendo el rebaño. Es preciso abrirles los ojos recordándoles que nosotros no estamos aquí para perpetuar el uso de un idioma determinado, o para programar una u otra cultura y civilización, sino que nuestra mayor preocupación ha de ser la proclamación de las verdades del Evangelio. Los demás elementos, a saber: idioma, cultura, civilización, sólo pueden ser vehículo y medio para alcanzar ese objetivo supremo, primordial, de nuestra misión. Nuestro sínodo ha de ser base de operaciones y fuente común de la cual emana la fe dinámica de nuestra misión evangelista. Las congregaciones deben ser canales de abastecimiento llenos de agua viva, y sus miembros, puestos de avanzada en la tarea de irrigar nuestro país con el rocío del Evangelio. …”
Tomando el vocabulario de la época, Juan prosigue diciendo:
“Ya que estamos en la era de las batallas por el petróleo o el acero, iniciemos nosotros también la batalla del Evangelio, haciéndolo en una acción conjunta.”
Luego Juan Cobrda aclara que no es su intención refutar la predicación en otros idiomas, y que el mismo predicaba en lenguas distintas cuando así lo exige la ocasión, y yo, Raúl Gleim, soy testigo de sus predicaciones en alemán en Grand Bourg, y en Eslovaco en Berisso, en la década del 60, pero se preguntaba:
“¿Qué sería de nosotros si los apóstoles se hubieran limitado a predicarles a los judíos exclusivamente? O bien…¿Qué hubiera sido de la reforma si no se hubiera extendido más allá de las fronteras de Alemania? Dos hechos históricos cuya elocuencia debe servirnos de ejemplo para que abandonemos nuestra actitud nacionalista dentro de la iglesia. No debemos hablar de una congregación alemana, letona, húngara o eslovaca; las cuales, además de esto, son luteranas, sino que debemos hablar de congregaciones luteranas donde ser predica el evangelio en uno otro idioma, e inclusive en castellano. En primer lugar debemos ser luteranos, y sólo entonces, alemanes, estonianos, húngaros y eslovacos.
“Para nosotros no hay otra bandera que la de Cristo, y no hay otra lealtad que la que debemos a Él. ”
Juan hace referencia al proceso en Norteamérica donde la Iglesia ha sufrido la pérdida enorme de una elevadísima cantidad de miembros – se calculan en varios millones- . Hace referencia que los efectos de los nacionales en América Latina y haciendo una autocrítica de las dificultades del Luteranismo dice:
“En consecuencia, tenemos que confesar que no nos hemos mostrado dignos de nuestra vocación, ni nos hemos soportado los unos a los otros en, ni tampoco fuimos solícitos en mantener la unidad del Espíritu. No la hemos mantenido porque los móviles que inspiraron nuestra actitud eran ajenos a los intereses de la iglesia.”
Realizada esta confesión, esta autocrítica, Juan C. destaca los aspectos alentadores.
“Gracias a los hombres que tienen visión y se percatan de impedimentos y dificultades, estamos en vía de solucionar el problema. Los dirigentes de nuestra Iglesia se dieron cuenta de que nuestra obra aquí no progresará si sigue dependiendo de pastores europeos y misioneros norteamericanos. Se persuadieron que de que una iglesia arraigada en este suelo no puede tener una existencia genuina si sus pastores son extranjeros.
“En ese sentido Juan pondera la creación de la Facultad Luterana de Teología 5 años atrás y hace referencia a la integración de estudiantes y profesores, nacionales y extranjeros, donde convergen las distintas corrientes culturales, teológicas y tradicionales. En este terreno fecundo están crecientes generaciones de nuestros proclamación del Evangelio en este país, y el objeto de sus estudios, la teología de Lutero, ya sea expuesta por un profesor sueco o enseñada por un profesor norteamericano…. Sin embargo, todavía se subestima la importancia de la Facultad, y muchos ignoran su existencia.
Finaliza Juan su sermón con un largo alegato a favor de la Facultad Luterana de Teología, y una reseña del reconocimiento y nivel de estudio de esta institución:
“Por todas estas razones considero que en este día en que celebramos el aniversario de La Reforma, nuestro mejor homenaje a los reformadores consiste en hacer la solemne promesa de ayudar y apoyar a la Facultad Luterana de Teología, y orar para que esta institución que nos ha enseñado a andar por la senda de la justicia, siguiendo los pasos de los reformadores, se haga cada vez más fuerte y vigorosa, y poder infundir así nueva vida al Luteranismo en América Latina. Roguemos a Dios para que de ella egresen muchos ministros de la Palabra, dignos mensajeros del Señor, que proclaman el Evangelio en toda su pureza y perpetúan así la obra de nuestros reformadores.
Retomemos el contexto, haciendo una breve comparación entre 1960 y 1968.
Cantidad de congregaciones, pastores nacionales y extranjeros…de 1960 a 1968.
Pastores Nacionales 11->16 Extranjeros 10 ->3
Total 21-> 19 pastores.
Congregaciones: Castellano 9 ->11 Mixto 11->14 Extranjero 1->0
Total 21 -> 25 congregaciones
‘’No creemos que sea casual que la IELU, por ejemplo, se encuentre entre las más ‘’acomodadas’’ a la sociedad argentina. Su teología pasó por el filtro estadounidense antes de ser implantada en la Argentina, y como veremos ese filtro es muy importante.
Sería falso decir que son éstas las únicas iglesias de inmigración que se preocupaban por la comunidad entre los inmigrantes, pero sí cabe destacar este énfasis en la tradición luterana que podría haber sido responsable en parte, de la apertura de ellas a la sociedad argentina.
La década del 70, encontró a Juan C. presidiendo la AIDET luego de la integración de la FLT con la FET en el ISEDET, recibiendo los refugiados chilenos, interviniendo como mediador en la fractura de la Iglesia Luterana en Chile luego del Golpe de Pinochet y, finalmente, refugiándose el mismo y luego su familia en los Estados Unidos, como obispo y luego obispo del sínodo eslovaco hasta su retiro en el año 2002.
Recordamos hoy a un colega y pastor que no pasó indiferente ante nuestras vidas, con el cual hemos coincidido y disentido, alguien comprometido con su época, sin escatimar esfuerzos ni sufrimientos, en fidelidad al evangelio de Jesucristo.
Las afirmaciones de Juan hace 50 años en respuesta a una realidad eclesial, y las mismas preguntas que tomamos prestadas para iniciar esta reflexión también se constituyen en un desafío para elaborar nuestras propias respuestas:
• ¿Qué nos significa el seguimiento de Jesucristo? ¿Es una mera cuestión de tradición familiar, de identidad cultural, de costumbre religiosa; o se trata de un seguimiento decidido?

• ¿Qué dificultades nos trae el seguimiento de Jesucristo? ¿Qué relaciones, componendas o chanchullos dificultan y obstruyen nuestro discipulado?

• Jesús nos invita a un seguimiento pleno, auténtico, decidido; a comprometernos de buenas ganas y con todas nuestras fuerzas con Él y su obra. ¿Lo renovamos ahora mismo?

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Celebrar la Memoria

Celebrar la memoria entre los cristianos es traer al presente, por medio del relato, la fidelidad al llamado que Dios ha hecho en algún momento, en algún lugar.
Celebrar la memoria del pastor Juan Cobrda, como pastor de la Iglesia Evangélica Luterana Unida, es traer al presente su testimonio de vida y de fe de los años en que Juan fue pastor entre nosotros.
Los relatos son siempre parciales, cada relator aporta una mirada, un recuerdo, una perspectiva.
Mi memoria y mis afectos con Juan me llevan valorar en primer lugar su bondad, su generosidad, su nobleza. Juan, el pastor Juan, fue un hombre bueno, una buena persona impregnada de los valores del Evangelio. Paciente, emprendedor, amoroso y comprensivo.
Fueron muy difíciles los años de la Argentina y de la iglesia cuando Juan fue presidente y pastor de varias congregaciones. Años de violencia, de muerte, de negación de derechos, en una iglesia en desarrollo, en construcción; a veces madura, a veces no.
En aquel doloroso contexto Juan nos legó lecciones que todavía estamos aprendiendo, porque nosotros no pudimos comprender y amar como él si podía. Nos enseñó un modo de servir y proclamar que recién hoy estamos re-descubriendo, re-significando.
En aquel doloroso contexto de Argentina y de América Latina Juan nos enseñó que una iglesia por más pequeña y pobre que sea, siempre tiene la oportunidad de contribuir con la misión de Dios. Una comunidad de fe aún siendo pobre, pequeña y plagada de problemas puede hacer una diferencia, una diferencia a favor de la vida. Con generosidad y valor Juan abrió las puertas para que refugiados chilenos fueran recibidos por nuestra iglesia y otras.
No fue fácil, la oscuridad, la cerrazón y la negación de la vida no estaban únicamente en la sociedad también en la iglesia.
En la defensa de los derechos humanos nos demostró que la iglesia luterana tienen un mensaje para entregar a la sociedad; una palabra para decir y una acción para hacer.
Juan nos ensenó que la presencia luterana en la sociedad y las políticas públicas son necesarias y significativas.
Por eso cada vez que, como iglesia luterana, tenemos una voz pública, (es decir expresamos ante la sociedad nuestras opiniones en los temas de la sociedad para liberar y para incluir a los que sufren), manifestando así el inconmensurable amor de Dios; cada vez que eso sucede la memoria de Juan se hace viva, nos anima y nos da coraje.
La diaconía y la voz profética de la iglesia fueron distintas a partir de su ministerio; la oscuridad y la negación de la vida truncaron aquel proyecto.
Todavía hoy estamos tratando de retomar aquella senda.
Queda con nosotros la enorme alegría que compartimos hace dos años atrás cuando en la asamblea del centenario de esta iglesia el pastor Juan Cobrda dio su testimonio y encuadró definitivamente en la historia que la defensa de la vida, de la dignidad y de los derechos de las personas, que nos vienen de Dios, tuvieron en la IELU defensores y luchadores, cristianos fieles y leales a su llamado y su compromiso con el Evangelio.
Celebrar la memoria entre los cristianos es traer al presente, por medio del relato, la fidelidad al llamado que Dios ha hecho en algún momento, en algún lugar.
Pastor Juan: eso celebramos hoy, la fidelidad a tu llamado, en tu tiempo y en tu lugar.
Gracias, por lo que nos enseñaste, por lo que nos amaste y serviste.
Amén
Gustavo Driau
Servicio para la diaconía, misión y desarrollo
Iglesia Evangélica Luterana Unida
Córdoba, agosto de 2010

En memoria viva del pastor Juan Cobrda (1930-2010)
pastor de la Iglesia Evangélica Luterana Unida

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