sábado, 25 de diciembre de 2010
Sermón y Lecturas del Sábado 25 de Diciembre de 2010
LECTURAS
Hebreos 1:1-4 (5-12)
[1] En diversas ocasiones y bajo diferentes formas Dios habló a nuestros padres por medio de los profetas, [2] hasta que en estos días, que son los últimos, nos habló a nosotros por medio del Hijo, a quien hizo destinatario de todo, ya que por él dispuso las edades del mundo. [3] El es el resplandor de la Gloria de Dios y en él expresó Dios lo que es en sí mismo. El, cuya palabra poderosa mantiene el universo, también es el que purificó al mundo de sus pecados, y luego se sentó en los cielos, a la derecha del Dios de majestad. [4] Ahora, pues, él está tanto más por encima de los ángeles, cuanto más excelente es el Nombre que recibió. [5] En efecto, ¿a qué ángel le dijo Dios jamás: Tú eres mi Hijo, yo te he dado la vida hoy? ¿Y de qué ángel dijo Dios: Yo seré para él un Padre y él será para mí un Hijo? [6] Al introducir al Primogénito en el mundo, dice: Que lo adoren todos los ángeles de Dios. [7] Tratándose de los ángeles, encontramos palabras como éstas: Dios envía a sus ángeles como espíritus, y a sus servidores como llamas ardientes. [8] Al Hijo, en cambio, se le dice: Tu trono, oh Dios, permanece por siglos y siglos, y tu gobierno es gobierno de justicia. [9] Amas la justicia y aborreces la maldad; por eso, oh Dios, tu Dios te concedió una consagración real que es fuente de alegría, con preferencia a tus compañeros. [10] Y también leemos: Tú, Señor, en el principio, pusiste la tierra sobre sus bases, y los cielos son obra de tus manos. [11] Ellos desaparecerán, pero tú permaneces. Serán para ti como un vestido viejo; [12] los doblarás como una capa, y los cambiarás. Pero tú eres siempre el mismo y tus años no terminarán jamás.
Isaías 52: 7-10
[7] Qué bien venidos, por los montes, los pasos del que trae buenas noticias, que anuncia la paz, que trae la felicidad, que anuncia la salvación, y que dice a Sión: «¡Ya reina tu Dios!» [8] Escucha, tus centinelas alzan la voz y juntos gritan jubilosos, por lo que han visto con sus propios ojos: ¡Yavé regresando a Sión! [9] Griten de alegría, ruinas de Jerusalén, porque Yavé se ha compadecido de su pueblo y ha rescatado a Jerusalén. [10] Yavé, el Santo, se ha arremangado su brazo a la vista de las naciones, y han visto, hasta los extremos del mundo, la salvación de nuestro Dios.
Juan 12:1-14
LA PALABRA DE DIOS SE HIZO HOMBRE [1] En el principio era la Palabra, y la Palabra estaba ante Dios, y la Palabra era Dios. [2] Ella estaba ante Dios en el principio. [3] Por Ella se hizo todo, y nada llegó a ser sin Ella. Lo que fue hecho [4] tenía vida en ella, y para los hombres la vida era luz. [5] La luz brilla en las tinieblas, y las tinieblas no la recibieron [6] Vino un hombre, enviado por Dios, que se llamaba Juan. [7] Vino para dar testimonio, como testigo de la luz, para que todos creyeran por él. [8] Aunque no fuera él la luz, le tocaba dar testimonio de la luz. [9] Ella era la luz verdadera, la luz que ilumina a todo hombre, y llegaba al mundo. [10] Ya estaba en el mundo, este mundo que se hizo por Ella, o por El, este mundo que no lo recibió. [11] Vino a su propia casa, y los suyos no lo recibieron; [12] pero a todos los que lo recibieron les dio capacidad para ser hijos de Dios. Al creer en su Nombre [13] han nacido, no de sangre alguna ni por ley de la carne, ni por voluntad de hombre, sino que han nacido de Dios. [14] Y la Palabra se hizo carne, puso su tienda entre nosotros, y hemos visto su Gloria: la Gloria que recibe del Padre el Hijo único, en él todo era don amoroso y verdad.
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