domingo, 17 de junio de 2012
Sermón y Lecturas del Tercer Domingo después de Pentecostés 2012
LECTURAS
2 Corintios 5: 6-10 (11-13) 14-17
[6] Así, pues, nos sentimos seguros en cualquier circunstancia. Sabemos que vivir en el cuerpo es estar de viaje, lejos del Señor; [7] es el tiempo de la fe, no de la visión. [8] Por eso nos viene incluso el deseo de salir de este cuerpo para ir a vivir con el Señor. [9] Pero al final, sea que conservemos esta casa o la perdamos, lo que nos importa es agradar al Señor. [10] Pues todos hemos de comparecer ante el tribunal de Cristo, para recibir cada uno lo que ha merecido en la vida presente por sus obras buenas o malas. SOMOS MENSAJEROS DE LA RECONCILIACIÓN [11] Con esa visión del temor al Señor procuramos convencer a los hombres viviendo con sinceridad ante Dios, y confío que también ustedes se dan cuenta de que no disimulamos nada. [12] No queremos recomendarnos de nuevo ante ustedes, sino que deseamos darles motivo para que se sientan orgullosos de nosotros y para que sepan responder a los que están tan orgullosos de cosas superficiales pero no de lo interior. [13] Si se nos pasó la mano, es por Dios; si hemos hablado con sensatez, es por ustedes. [14] El amor de Cristo nos urge, y afirmamos que si él murió por todos, entonces todos han muerto. [15] El murió por todos, para que los que viven no vivan ya para sí mismos, sino para él, que por ellos murió y resucitó. [16] Así que nosotros no miramos ya a nadie con criterios humanos; aun en el caso de que hayamos conocido a Cristo personalmente, ahora debemos mirarlo de otra manera. [17] Toda persona que está en Cristo es una creación nueva. Lo antiguo ha pasado, lo nuevo ha llegado.
Ezequiel 17: 22-24
[22] Esto dice Yavé: Yo mismo sacaré del cedro una patilla y la plantaré en una montaña alta y segura. [23] La plantaré en una alta montaña de Israel, se desarrollará, dará frutos y se convertirá en un cedro magnífico; bajo él descansarán aves de todas las especies, se cobijarán a la sombra de sus ramas. [24] Todos los árboles del campo sabrán entonces que yo soy Yavé: yo rebajo al árbol que se eleva y levanto al árbol humillado; seco al árbol verde y hago florecer al árbol seco; yo Yavé lo dije y lo haré.
Marcos 4: 26-34
[26] Jesús dijo además: «Escuchen esta comparación del Reino de Dios. Un hombre esparce la semilla en la tierra, [27] y ya duerma o esté despierto, sea de noche o de día, la semilla brota y crece, sin que él sepa cómo. [28] La tierra da fruto por sí misma: primero la hierba, luego la espiga, y por último la espiga se llena de granos. [29] Y cuando el grano está maduro, se le mete la hoz, pues ha llegado el tiempo de la cosecha.» EL GRANO DE MOSTAZA (MT 13,31; LC 13,18) [30] Jesús les dijo también: «¿A qué se parece el Reino de Dios? ¿Con qué comparación lo podríamos expresar? [31] Es semejante a una semilla de mostaza; al sembrarla, es la más pequeña de todas las semillas que se echan en la tierra, [32] pero una vez sembrada, crece y se hace más grande que todas las plantas del huerto y sus ramas se hacen tan grandes, que los pájaros del cielo buscan refugio bajo su sombra.» [33] Jesús usaba muchas parábolas como éstas para anunciar la Palabra, adaptándose a la capacidad de la gente. [34] No les decía nada sin usar parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado. JESÚS CALMA LA TEMPESTAD (MT 8,18; LC 8,22)
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