domingo, 10 de junio de 2012

Sermón y Lecturas de Segundo Domingo después de Pentecostés 2012


LECTURAS

2 Corintios 4: 13-5:1
[13] Tenemos el mismo don espiritual de fe que tenía el que escribió: Creí y por eso hablé. También nosotros creemos, y por eso hablamos. [14] Sabemos que aquel que resucitó a Jesús nos resucitará también con Jesús y nos pondrá cerca de él con ustedes. [15] Y todo esto es para bien de ustedes; los favores de Dios se van multiplicando, y también se irá ampliando cada día más la acción de gracias que tantas personas rinden a Dios para gloria suya. ESPERAMOS NUESTRA CASA DEL CIELO [16] Por eso no nos desanimamos; al contrario, aunque nuestro exterior está decayendo, el hombre interior se va renovando de día en día en nosotros. [17] No se pueden equiparar esas ligeras pruebas que pasan aprisa con el valor formidable de la gloria eterna que se nos está preparando. [18] Nosotros, pues, no nos fijamos en lo que se ve, sino en lo que no se ve; porque las cosas visibles duran un momento, pero las invisibles son para siempre.
5: [1] Sabemos que si nuestra casa terrena o, mejor dicho, nuestra tienda de campaña, llega a desmontarse, Dios nos tiene reservado un edificio no levantado por mano de hombres, una casa para siempre en los cielos.

Génesis 3: 8-15
[8] Oyeron después la voz de Yavé Dios que se paseaba por el jardín, a la hora de la brisa de la tarde. El hombre y su mujer se escondieron entre los árboles del jardín para que Yavé Dios no los viera. [9] Yavé Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?» [10] Este contestó: «He oído tu voz en el jardín, y tuve miedo porque estoy desnudo; por eso me escondí.» Yavé Dios replicó: [11] «¿Quién te ha hecho ver que estabas desnudo? ¿Has comido acaso del árbol que te prohibí?» [12] El hombre respondió: «La mujer que pusiste a mi lado me dio del árbol y comí.» [13] Yavé dijo a la mujer: «¿Qué has hecho?» La mujer respondió: «La serpiente me engañó y he comido.» LA SENTENCIA DE DIOS [14] Entonces Yavé Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho esto, maldita seas entre todas las bestias y entre todos los animales del campo. Te arrastrarás sobre tu vientre y comerás tierra por todos los días de tu vida. [15] Haré que haya enemistad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y la suya. Ella te pisará la cabeza mientras tú herirás su talón.»


Marcos 3: 20-35
[20] Vuelto a casa, se juntó otra vez tanta gente que ni siquiera podían comer. [21] Al enterarse sus parientes de todo lo anterior, fueron a buscarlo para llevárselo, pues decían: «Se ha vuelto loco.» [22] Mientras tanto, unos maestros de la Ley que habían venido de Jerusalén decían: «Está poseído por Belzebú, jefe de los demonios, y con su ayuda expulsa a los demonios.» [23] Jesús les pidió que se acercaran y empezó a enseñarles por medio de ejemplos: [24] «¿Cómo puede Satanás echar a Satanás? Si una nación está con luchas internas, esa nación no podrá mantenerse en pie. [25] Y si una familia está con divisiones internas, esa familia no podrá subsistir. [26] De igual modo, si Satanás lucha contra sí mismo y está dividido, no puede subsistir, y pronto llegará su fin. [27] La verdad es que nadie puede entrar en la casa del Fuerte y arrebatarle sus cosas si no lo amarra primero; entonces podrá saquear su casa. [28] En verdad les digo: Se les perdonará todo a los hombres, ya sean pecados o blasfemias contra Dios, por muchos que sean. [29] En cambio el que calumnie al Espíritu Santo, no tendrá jamás perdón, pues se queda con un pecado que nunca lo dejará.» [30] Y justamente ése era su pecado cuando decían: Está poseído por un espíritu malo. LA VERDADERA FAMILIA DE JESÚS (MT 12,46; LC 8,19) [31] Entonces llegaron su madre y sus hermanos, se quedaron afuera y lo mandaron a llamar. [32] Como era mucha la gente sentada en torno a Jesús, le transmitieron este recado: «Tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y preguntan por ti.» [33] Él les contestó: «¿Quiénes son mi madre y mis hermanos?» [34] Y mirando a los que estaban sentados a su alrededor, dijo: «Estos son mi madre y mis hermanos. [35] Porque todo el que hace la voluntad de Dios es hermano mío y hermana y madre.»

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