viernes, 23 de marzo de 2012

Sermón y Lecturas 2do de Cuaresma



LECTURAS

Génesis 17:1-7, 15-16
ABRAM PASA A SER ABRAHÁN [1] Tenía Abram noventa y nueve años, cuando se le apareció Yavé y le dijo: «Yo soy el Dios de las Alturas. Camina en mi presencia y sé perfecto. [2] Yo estableceré mi alianza entre Yo y tú, y te multiplicaré más y más.» [3] Abram cayó rostro en tierra, y Dios le habló así: [4] «Esta es mi alianza que voy a pactar contigo: tú serás el padre de una multitud de naciones. [5] No te llamarás más Abram, sino Abrahán, pues te tengo destinado a ser padre de una multitud de naciones. [6] Yo te haré crecer sin límites, de ti saldrán naciones y reyes, de generación en generación. [7] Pacto mi alianza contigo y con tu descendencia después de ti: ésta es una alianza eterna. Yo seré tu Dios y, después de ti, de tu descendencia. [15] Dijo Dios a Abrahán: «A Saray, tu esposa, ya no la llamarás Saray, sino Sara. Yo la bendeciré y te daré de ella un hijo. [16] La bendeciré de tal manera, que pueblos y reyes saldrán de ella.»

Marcos 8: 31-38

[31] Luego comenzó a enseñarles que el Hijo del Hombre debía sufrir mucho y ser rechazado por los notables, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la Ley, que sería condenado a muerte y resucitaría a los tres días. [32] Jesús hablaba de esto con mucha seguridad. Pedro, pues, lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo. [33] Pero Jesús, dándose la vuelta, vio muy cerca a sus discípulos. Entonces reprendió a Pedro y le dijo: «¡Pasa detrás de mí, Satanás! Tus ambiciones no son las de Dios, sino de los hombres.» EL QUE QUIERA SEGUIRME, TOME SU CRUZ (MT 16,24; LC 9,23) [34] Luego Jesús llamó a sus discípulos y a toda la gente y les dijo: «El que quiera seguirme, que renuncie a sí mismo, tome su cruz y me siga. [35] Pues el que quiera asegurar su vida la perderá, y el que sacrifique su vida (por mí y) por el Evangelio, la salvará. [36] ¿De qué le sirve a uno si ha ganado el mundo entero, pero se ha destruido a sí mismo? [37] ¿Qué podría dar para rescatarse a sí mismo? [38] Yo les aseguro: Si alguno se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga con la Gloria de su Padre rodeado de sus santos ángeles.»

Romanos 4:13-25

[13] Es fácil ver que si Dios prometió a Abrahán, o más bien a su descendiente, que el mundo le pertenecería, esto no tiene nada que ver con la Ley, sino con la manera de ser justo propia del creyente. [14] Si debiéramos cumplir la Ley para conseguir la promesa, la fe ya no tendría sentido y la promesa también se quedaría en nada. [15] Pues la Ley solamente trae castigos: Ley y transgresión van juntas. [16] Por eso la fe es el camino, y todo es don. De este modo la promesa de Abrahán queda asegurada para toda su raza, no sólo para sus hijos según la Ley, sino también para aquellos que por la fe son hijos suyos. [17] Abrahán es el padre de todos nosotros, como dice la Escritura: Te hago padre de muchas naciones. Y llegó a serlo cuando creyó en Aquel que da vida a los muertos y llama a lo que aún no existe como si ya existiera. [18] Abrahán creyó y esperó contra toda esperanza, llegando a ser padre de muchas naciones, según le habían dicho: ¡Mira cuán numerosos serán tus descendientes! [19] No vaciló en su fe, olvidando que su cuerpo ya no podía dar vida -tenía entonces unos cien años- y que su esposa Sara ya no podía tener hijos. [20] No dudó de la promesa de Dios ni dejó de creer; por el contrario, su fe le dio fuerzas y dio gloria a Dios, [21] plenamente convencido de que cuando Dios promete algo, tiene poder para cumplirlo. [22] Y Dios tomó en cuenta esa fe para hacerlo justo. [23] Se le tomó en cuenta su fe. Estas palabras de la Escritura no sólo van dirigidas a él, [24] sino también a nosotros; se nos tomará en cuenta nuestra fe en Aquel que resucitó de entre los muertos a Jesús, nuestro Señor. [25] Si bien fue entregado por nuestros pecados, fue resucitado para que entráramos a la vida justa.

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